jueves, 24 de noviembre de 2011

Tratados de Libre Comercio, giro estratégico mexicano

México, 23 nov (PL) Aunque el Tratado de Libre Comercio (TLC) de México con Centroamérica supone una dinamización del intercambio regional, también hoy resulta una válvula de escape para el país, tras la menor demanda de productos mexicanos de Estados Unidos.

  El actual gobierno se vuelve hacia sus vecinos del sur en el preciso momento en que le aprieta el zapato por la desaceleración de la economía estadounidense, de la cual depende en abrumadora mayoría.

La firma del TLC con Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Guatemala y El Salvador sustituye y unifica los anteriores convenios comerciales individuales con esos países.

Ese acto fue calificado como histórico por el secretario de Economía, Bruno Ferrari, quien aseguró que el nuevo convenio resultará más atractivo para las inversiones.

Asimismo, la canciller Patricia Espinosa confió en que este acuerdo regional pueda contribuir a formar una zona geográfica de desarrollo.

En los últimos diez años, el comercio bilateral entre México y los cinco países centroamericanos se multiplicó por 3,6 veces, para alcanzar seis mil 554 millones de dólares en 2010, según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Centroamérica representa un mercado importante cuyas importaciones alcanzan cerca de 48 mil millones de dólares, y de las cuales un ocho por ciento provienen de México.

La región en su conjunto es el cuarto destino de la inversión mexicana en toda América Latina, con cinco mil 200 millones de dólares en sectores como telecomunicaciones, alimentos, manufacturas, entretenimiento y energía.

No obstante, tras la experiencia con la suscripción de un mecanismo similar, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el nuevo acuerdo podría ser no tan favorable para la región.

Más, si se sabe que el desempeño de la economía mexicana en los últimos años no es satisfactorio, en 2011 va a decrecer, y los rezagos sociales de los países integrantes del convenio, países con un desarrollo desigual entre ellos.

Estas cinco naciones y México mantienen una deuda con amplios sectores de población sumidos en la pobreza, así como una orientación económica que privilegia los intereses de pequeños grupos oligárquicos y trasnacionales por sobre el bienestar general.

La intensificación del intercambio comercial indiscriminado entre economías desiguales podría derivar en la depredación de los sectores industriales y agrícolas de las más débiles, se advierte de la expetiencia aqui vivida con el TLCAN.

Tampoco se desdeña un debilitamiento de los mercados y de las economías internos, además de profundizarse la dependencia económica de las naciones centroamericanas respecto a México, país que podría contagiarlas con sus propias dificultades económicas.

Pese al optimismo, el nuevo tratado podría ser comida para hoy, pero hambre para mañana, como reza un viejo adagio popular.

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